Sergio Ramírez de cerca.
Entrevista con el último Premio Cervantes
sobre Derecho, Política y Literatura
Dr. Miguel Polaino-Orts
Encontré a Sergio Ramírez en Lima, a fines de julio de 2017, y volví a verlo un mes más tarde, en los últimos días de agosto, en su casa de Managua. Sergio Ramírez vive en un barrio de la zona sur de Managua, en un condominio llamado Residencial Los Robles. Años atrás, cuando accedió al poder el Gobierno sandinista, Ramírez recibió, en el reparto de casonas de prohombres somocistas una morada en la misma calle donde ahora vive. Allí habitó durante los años en que ejerció el cargo de Vicepresidente de Nicaragua, entre 1985 y 1990, con el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Posteriormente, encabezó la oposición sandinista en la Asamblea Nacional de Nicaragua hasta que fundó, en 1995, un nuevo partido, el Movimiento Renovador Sandinista (MRS). Ahí, tuvo el gesto de honradez, personal e inédito, de devolver su casa, que nadie le había pedido, precisamente para que nadie pudiera acusarlo de aprovechado ni de oportunista. Y, a cambio, con su dinero (con su dinero de escritor ganado, libro a libro, con esfuerzo intelectual, con el sudor de su frente), se compró una parcela junto a la casa originaria y se hizo construir esta otra donde aun habita. Allí vi a Sergio Ramírez de cerca.
Sergio Ramírez tiene fama de adusto y timbre de distante, pero no lo es. Gana, como se dice en las distancias cortas: aunque su buena estatura (infrecuente, a lo que pienso, para alguien de su generación) intimida un poco, la sonrisa comedida -y aun la risa abierta-, acentuadas por la mueca natural de los hoyuelos de la cara, acudan pronto a su rostro. Nos recibió a media tarde, Sergio mismo abrió la puerta de la cancela. La casa es amplia, con dos dependencias luminosas, el jardín frondoso y acogedor (una abreviatura de toda Nicaragua). En la dependencia de la derecha, al fondo, se encuentra el estudio de Sergio, su biblioteca personal. En el porche saludamos a Tulita, Tula Guerrero, su esposa (con la que se casó hace más de medio siglo), que -paleta en mano- daba últimos retoques a un cuadro ya concluido. Sergio paseaba por el jardín con dos niñas vestidas de colegial que le seguían ordenada y silenciosamente. Se llamaban -les pregunté- Perla y Adriana. Tendrían diez u once años y venían de un colegio lejano (lamento no recordar el nombre), enviadas por su maestra, para conocer al escritor y para obtener información auténtica y privilegiada con vistas a una tarea escolar. Esa imagen de dos niñas nicaragüenses con sus uniformes y sus cuadernos de rayas, con letra acurada y colegial, llenos de preguntas y de respuestas, me dio ternura. Me acordé de lo que contaba Umbral sobre Alberti (y que le conté después que las jóvenes se hubieran marchado): “Tengo escrito que es el poeta que se pasea por Madrid, Rafael Alberti, y al pasar al lado de un colegio, oyen como los escolandos recitan a Rafael Alberti. No encuentro imagen más cotidiana y municipal de lo que es la gloria de un poeta en vida. Rafael pasea cada mañana por Madrid entre colegios que recitan su gloria”. (La gloria de un novelista en vida debe ser que jóvenes escolares vengan a tu casa a explicarte tu novela). Sergio firmó unos libros a Perla y a Adriana, pero equivocó el ejemplar, y dedicó a una el ejemplar de la otra y viceversa. Las niñas ni se atrevían a decirlo pero Sergio leyó el error en la cara de las chicas y ordenó traer otros dos ejemplares que las niñas aceptaron satisfechas, risueñas y formalitas.
En esta conversación con uno de los escritores más destacados de la narrativa hispanohablante del presente se expresa Sergio Ramírez, de viva voz, con su voz personalísima e independiente, alta, convincente, clara. Aquí aparece el crítico lúcido, el analista riguroso, el intelectual seductor, el humanista revolucionario e impenitente, el defensor de la democracia.
Elena Poniatowska y premios
De entrada comento con Sergio Ramírez dos artículos de prensa, de Vargas Llosa y de Elena Poniatowska, donde hablan de él y de su Nicaragua.
– (Miguel Polaino-Orts: M.P-O.): Estuve con Elena hace unos días en México y le traigo saludos suyos. Me dijo que Vd. la había invitado a Nicaragua y que no había podido venir.
– (Sergio Ramírez: S.R.): Sí, la invité para el año que viene y me puso como pretexto sus 84 años.
– (M.P-O.): 85 cumplió ahora en marzo de 2017. Pero está muy bien.
– (S.R.): Somos muy amigos, sí. Pero vamos a ver si todavía la convencemos.
– (M.P-O.): La hemos invitado a ir el año que viene a Sevilla y nos ha dicho que sí.
– (S.R.): Sí, pero Nicaragua no es para ella muy atractivo.
– (M.P-O.): ¿Por qué? ¿Políticamente?
– (S.R.): Sí, políticamente. Lo que pasa es que mucha gente aquí tiene un trauma porque apoyó mucho la Revolución y entonces ahora el desencanto es muy grande.
– (M.P-O.): Pero ellos vendrían de visita, sería más difícil para Vd. que tiene que vivir aquí.
– (S.R.): Exacto, pero bueno, yo creo que ella no vendrá, pero le voy a insistir.
– (M.P-O.): Viaja bastante. Coincidimos, hace no mucho, en Madrid …
– (S.R.): Sí, ella fue a recibir el Cervantes.
– (M.P-O.): Sí, pero hace más tiempo. Lo ganó en 2013, y lo recogió en 2014. Ella fue este año, en mayo de 2017, a presidir el jurado del Premio Alfaguara, que también lo ganó Vd. hace tiempo. Por cierto: y… ¿Vd., el Cervantes, para cuándo?
– (S.R.): (Ríe).
– (M.P-O.): Ahora le toca a un latinoamericano…
– (S.R.): Sí, toca ahora.
– (M.P-O.): …según esa regla de alternancia no escrita e injusta, porque por el número de habitantes no debería ser así. ¿Tiene aspiración Vd. de conseguir ese premio?
– (S.R.): Los premios son como la lotería. A mí no me gusta pensar mucho en los premios. Si uno se dedica a pensar mucho en ellos, entonces cambia su vida en función de un premio. Escribir por un premio y luego son los que más se disgustan si no se lo ganan. Y si lo buscan se pudren la vida.
Nicaragua y el declive del danielismo
– (M.P-O.): Don Sergio ¿cómo es la vida en Nicaragua para un sandinista después de haber vivido aquí y haber colaborado tan intensamente con el Gobierno y ahora ver que el Gobierno va por un lado y el pensamiento personal va por otro? ¿Difícil? ¿Tiene uno ganas de exilio?
– (S.R.): A mí el exilio no me atrae del todo. Yo viví quince años en el exilio; entonces pensar que a esta edad voy a volverme a ir allí, sólo que me sacaran amarrado. Entonces hay que abrirse un espacio y buscar cómo convivir con esta situación, no convivir con el régimen sino con la situación, y aportar todos los pasos críticos disponibles para no quedarse uno con la conciencia callada y decir lo que piensa. Cada vez es más difícil el ambiente político opresivo, silenciosamente opresivo. Las manos negras del Gobierno se extienden por las universidades públicas que están totalmente tomadas. Yo tengo vetada la entrada a cualquier universidad del Estado. Las privadas se libran, aparte lo puedo decir, ¿no? Pero de manera muy precaria, las presiones son muy grandes. Y luego no hay vida académica en las universidades públicas, crítica libre como debe ser y entonces quizás los que hacen uso de esa crítica y de esa libertad sean los no tienen nada o muy poco que perder. El que tiene algo que perder le come el temor.
– (M.P-O.): ¿Vd. tiene algo que perder o no?
– (S.R.): Yo no tengo nada que perder.
– (M.P-O.): Y otro que no tiene nada que perder es Ernesto.
– (S.R.): Sí, ¿qué vamos a perder? Expusimos la vida con Somoza. Yo digo perder en términos materiales también. Es decir, hay gente que puede ser que estén muy en contra pero lo amenazan con quitarles sus cátedras en la universidad, con quitarle una beca, destituirlo de un puesto público, a un pequeño o mediano empresario con medirle las costillas con la Dirección General de Ingresos, las aduanas. Hay muchas formas silenciosas de callar a la gente y el miedo crea cómplices silenciosos. Eso es lo que está ocurriendo.
– (M.P-O.): Desde España se tiene la sensación de que no hay una oposición política organizada contra el Gobierno de Nicaragua. ¿Es así?
– (S.R.): Vamos a ver, una oposición firme y vigorosa no existe. Existen sectores de oposición, existen fragmentos de oposición, en sentido ético muy elevado como los campesinos que se oponen a la construcción del canal interoceánico, un movimiento de gente muy honesta y muy valiente que han sufrido muchísima represión. Los han dispersado a balazos, con heridos graves y no cejan, siempre están en la lucha. Pero los partidos políticos sí han logrado desarticularlos, comprarlos, evitarlos, ilegalizarlos. El partido que nosotros fundamos, el MRS, en el 96, está fuera de la Ley.
– (M.P-O.): ¿Se le privó de personalidad jurídica?
– (S.R.): Sí. Está fuera de la ley. Eso sucede no sólo con el MRS, sino con muchos otros partidos. Aquí hay que estar afiliados a los intereses del Gobierno para poder tener un partido. Es lo que sucedía en la República Democrática Alemana: había quince o veinte partidos pero todos bailaban al son que le tocaba el Estado. Y esa es la clase de partidos que existen aquí.
– (M.P-O.): ¿Cómo explicaría Vd. esa evolución habiendo estado también en el poder?
– (S.R.): Esa involución.
– (M.P-O.): Sí, mejor, esa involución, esa regresión. No toda evolución es progreso, decía Freud.
– (S.R.): Los ideales revolucionarios no existen más. Lo que existe es una retórica que envuelve un sistema de poder que busca cómo quedarse allí. Creo que cuando alguien conserva el poder por tanto tiempo, se malogra la situación. Daniel Ortega está en el poder desde 1979, nunca lo ha abandonado, porque en el período en el que el Frente Sandinista no estuvo en el poder, él tenía poder. Entonces, realmente, nunca lo ha abandonado. Ha tenido más o menos poder, pero nunca lo ha abandonado ni piensa abandonarlo porque yo creo que él no tiene alternativas. Es una situación muy curiosa cuando alguien no tiene más alternativas que quedarse. Eso sucede cuando no se trata de líderes democráticos: un presidente que, a los 70 años, termina su período, después de haber gobernado dos o tres veces (no es extraño en América Latina que un presidente gobierne dos o tres períodos), entonces lo normal es que se vaya para su casa, a cuidar sus bonsáis, a visitar su finca de ganado o a cuidar o a jugar con sus nietos… Pero esa salida Daniel Ortega no la puede conseguir: volver a la vida civil que nunca tuvo. Su vida es el poder. Ha vivido en el poder siempre. Ahí veo yo una gran dificultad porque en el propio Frente Sandinista no se han creado alternativas. Todas las alternativas han sido descabezadas. Su alternativa es su propia esposa, que no es alternativa.
– (M.P-O.): ¿Quién tiene más poder: Daniel o Rosario?
– (S.R.): Ella tiene un poder reflejo, el que él le da. Ella no tiene poder propio.
– (M.P-O.): Hay quien dice que ella lo manipula a él.
– (S.R.): Es probable, pero porque él le da la legitimidad. Si le quitara la legitimidad, ella no tiene ninguna autonomía de vuelo. No, no. Porque el Frente Sandinista es un partido cuya base real está en la tradición revolucionaria. Digamos, el treinta por cierto del electorado, que es mucho, depende de la tradición revolución. Esa tradición también se hereda: esa idea de la revolución, del antiimperialismo (que es lo que él cultiva) y allí hay muchas capas: de combatientes históricos, colaboradores históricos: Eso incluye a los oficiales de la policía, del ejército, los cuerpos de seguridad, y que fueron guerrilleros y lucharon en la guerra de los contras y que a ella no le deben ninguna lealtad porque ella no pertenece a la tradición revolucionaria. Ella es un rostro que está ahí porque él lo ha puesto. La lealtad personal es con él, eso sí lo ha logrado. Él ha logrado que la gente de las bases del Frente lo vea como la encarnación de la revolución, como el sucesor legítimo de la revolución. Pero eso no es transferible.
– (M.P-O.): ¿Puede decirse que el sandinismo gubernamental se ha ido acercando ahora más al somocismo que Vdes. mismos combatieron, en el sentido que ha repetido muchos errores que entonces se cometieron?
– (S.R.): Yo creo que todo sistema dictatorial o autoritario se parece. Podemos hablar del fascismo, del peronismo, del trujillismo, del chavismo, etc. Todos los sistemas autoritarios se parecen. Mucha gente, cuando se hace esta comparación, dice: “No, este Gobierno no tiene presos políticos, no encarcela, no hay muertos”. Pero la gente piensa en el último Somoza de los últimos años, cuando Somoza totalmente a la defensiva se defendió como una fiera herida y entonces comenzó a asesinar jóvenes por el hecho de ser jóvenes o a bombardear las ciudades. Pero ése no es el caso. El caso es que aquí la Corte Suprema de Justicia, y todos los Tribunales de Justicia, el Consejo Supremo Electoral, la Contraloría General de la República, el ejército, la policía, la fiscalía… todo depende de un solo puño.
– (M.P-O.): No hay separación de poderes.
– (S.R.): De ninguna clase. Hay una sola voz que manda sobre todas estas articulaciones del poder. Aquí nadie se atreve ni siquiera a hacer una declaración pública por su cuenta. Si el Ministro de Obras Públicas hace una declaración por su cuenta y dice que la carretera de Veracruz a Sábana Grande ya está concluida puede ser destituido, porque sólo la Señora puede hacer anuncios. Destituyeron a una Ministra de esos asuntos agropecuarios, la que se ocupa de repartir vacas y chanchos, porque saliendo de la Asamblea Nacional, la entrevistaron y dijo que ahora había que pagar por estos programas porque los fondos se habían agotado, y al día siguiente no la dejaron entrar a su despacho. Estaba tomado el despacho. Le habían puesto llave al portón por donde ella entraba con su coche. Fue destituida por hacer lo que un ministro hace que es explicar lo que está haciendo. Pero aquí el que quiere saber qué está pasando, tiene que poner a las dos de la tarde la televisión o la radio, donde Ella dice cómo está el estado meteorológico, si hay temblores o no hay temblores, si hay cosechas o no hoy cosechas, cuántos quintales de frijoles… Es decir, todo, todo. Sólo Ella puede informar.
– (M.P-O.): ¿Conocía Vd. a la ministra?
– (S.R.): Yo no la conozco. Pero a mí me pasa aquí con los ministros que no sé quiénes son. Porque en cualquier país del mundo un ministro es un dirigente político y uno sabe quién es ministro de exteriores, quién es ministro de gobernación… Aquí no se sabe, en primer lugar porque son reciclables. Un ministro pasa al día siguiente a viceministro o lo mandan a su casa y se ve en silencio amenazado, entonces uno no sabe quiénes son los ministros.
– (M.P-O.): En España o Alemania (país que yo conozco muy bien) el ministro es una figura importantísima, de gran presencia pública y a quien la gente conoce y sabe de él, y de su actuación, casi a diario.
“Aquí nadie se atreve ni siquiera a hacer una declaración pública por su cuenta”.
– (S.R.): Aquí no. Aquí no tienen ningún perfil. Son operadores substituibles. Aquí el alcalde de Managua, que es una pobre mujer, todo el mundo sabe que no puede dar una sola orden y el que manda es el secretario del municipio. Él tiene el verdadero poder y lo enseña, y entonces esta pobre mujer lo único que hace es ir a bailar a la procesión de Santo Domingo cada año.
– (M.P-O.): En su discurso de ingreso en la Academia de Ciencias Jurídicas y Políticas de Nicaragua, publicado en una revista que nuestro amigo Óscar Castillo, secretario de esa Academia, aquí presente, me facilitó hace unos meses, habla, reflexiona y teoriza Vd. de manera sugerente sobre el concepto de Estado de Derecho. La teoría del Estado de Derecho ha de ejercerse cotidianamente, ha de realizarse en una práctica. Por lo que me dice, aquí y ahora, en Nicaragua, no existe Estado de Derecho sino que habla Vd. de dictadura.
– (S.R.): Aquí no hay Estado de Derecho, porque el Estado de Derecho es una construcción diaria, como en una casa donde hay que ver cómo está la estructura día a día, si está funcionando o no está funcionando. Y aquí dejó de funcionar hace tiempo.
– (M.P-O.): ¿Cuándo?
– (S.R.): Yo creo que dejó de funcionar desde el día que Daniel Ortega asumió la presidencia hace diez años.
– (M.P-O.): ¿2006?
– (S.R.): Sí. Comenzaron a apagarse las luces del Estado de Derecho hasta que vino el apagón total.
– (M.P-O.): ¿Fue progresivo?
– (S.R.): En la medida en que pudieron ir desmontándolo, el tiempo que necesitaron para desmontarlo, por partes, yo creo que los últimos en entrar en el apagón fueron el ejército y la policía.
– (M.P-O.): ¿Y la Iglesia?
– (S.R.): La Iglesia no porque la Iglesia tiene obispos que son muy beligerantes en contra del Gobierno pero han logrado conquistar algunos. No todos. Hay obispos como Monseñor Báez, Obispo auxiliar de Managua, que tiene unas posiciones realmente firmes; como el de Matagalpa, el de Jinotega, el de Estelí…
– (M.P-O.): He visto ahora, en este viaje, muchos carteles en las calles de la pareja presidencial adornados con un lema: “Nicaragua cristiana”, que creo que hasta se ha incorporado en la Constitución. Es decir, que de algún modo han intentado ganarse el sector religioso.
– (S.R.): Sí, pero la Iglesia Católica tiene una influencia tradicional pero no la influencia que tenía antes. Aquí la mitad de la población es evangélica, de muchas denominaciones. Yo tengo la impresión de que tienen más influencia sobre la Iglesia Evangélica que sobre la Iglesia Católica. Las iglesias evangélicas se organizan en conferencias, en asambleas de Dios, conferencias bautistas… Hoy leía yo una declaración del presidente de las asambleas de Dios y se mostraba muy disciplinado con Daniel Ortega. Hasta hace rato fue político, fue candidato a la presidencia del gobierno, y dirige un partido político con la aquiescencia del gobierno, es decir, asociado con el gobierno. También hay obispos que responden a los gobiernos, otros obispos no. De tal manera que lo que han logrado hasta ahora es que la Conferencia Episcopal no se vuelva a pronunciar. Desde hace unos tres años hubo una carta pastoral muy firme, muy buena, de la Iglesia Católica, que se la leyeron enfrente a Daniel Ortega en la sede de la nunciatura y él tuvo que tragársela. No dijo nada, nunca respondió, pero ahí comenzó su política de buscar como dividir y neutralizar a la CONFERENCIA EPISCOPAL.
– (M.P-O.): Muy grave eso.
– (S.R.): Por lo menos, han logrado que la conferencia como tal no se pronuncie y algunos de los obispos hablan muy firmemente. Algunos son verdaderos líderes de las comunidades. Monseñor Álvarez, Obispo de Matagalpa, detuvo un proyecto de mina a cielo abierto, una barbaridad ecológica, en Matagalpa movilizando a la gente; hubo una marcha de miles de personas y el Gobierno tuvo que echarse para atrás. Ahora tienen otro proyecto y hay un gran conflicto, en la mina de la India, otro proyecto a cielo abierto. Eso es un crimen ecológico, las minas a cielo abierto. Bueno, pero es que este Estado es neoliberal. Esa es la gran contradicción en el discurso del Gobierno contra el liberalismo y no hay Estado más neoliberal que éste. Las minas a cielo abierto, que no pudieron instalar en Costa Rica en el proyecto Las Crucitas, que llevó a juicio a un montón de funcionarios públicos por haber dado su permiso, se vinieron para acá los mineros a abrirlas en Chontales.
Ernesto Cardenal, perseguido
– (M.P-O.): Un símbolo de la Iglesia, pero no sólo de la Iglesia sino un símbolo cívico, de rebelión civil contra el gobierno es Ernesto Cardenal, figura muy conocida en Europa, junto a Vd. el nicaragüense más conocido en el viejo continente. Ernesto recientemente ha sido condenado al pago de 800.000 dólares por el conflicto en el archipiélago de Solentiname. En una entrevista en El País el pasado 2 de marzo de 2017, Cardenal dijo que se alegraba de que “el mundo entero se esté enterando de que soy un perseguido político” y añadía: “Perseguido por el Gobierno de Daniel Ortega y su mujer [Rosario Murillo], que son dueños de todo el país, hasta de la justicia, de la Policía y del Ejército”. “No te puedo decir más -concluía-, porque esta es una dictadura”. Poco antes, a mediados de febrero de este mismo año, en el Festival granadino de Poesía, había declarado a la prensa nicaragüense que era un “perseguido de la pareja presidencial” y que “ni iba a pagar ni se iba a ir de Nicaragua”. Es especialmente duro. ¿Vd. qué piensa del conflicto de Ernesto?
– (S.R.): Bueno, en primer lugar, es una verdadera aberración perseguir a Ernesto. Es un hombre muy respetado en Nicaragua y fuera de ella. Además tiene 92 años. Amenazar a Ernesto con despojarlo o meterlo en la cárcel ya es un dislate. Pero bueno, cómo explicar eso.
– (M.P-O.): Él no se ha amedrentado tampoco.
– (S.R.): No, no. Como te decía, él no tiene nada que perder. A Ernesto no lo van a meter en la cárcel. Él no tiene nada. El pleito es contra la comunidad de Solentiname que es una fundación. Él personalmente no tiene ni un real. Él ha hecho voto de pobreza, igual que su hermano Fernando, ya muerto. Son gente que ha vivido la religión y sus convicciones cristianas en profundidad, sin ninguna intermediación, sin ninguna zona de opacidad, ha gente muy transparente, muy firme. Ernesto dice lo que piensa y eso los irrita.
– (M.P-O.): En España se ve realmente como indigno que se le persiga.
– (S.R.): Y aquí también. Lo que pasa es que aquí la gente se pone su propio bozal, por miedo.
– (M.P-O.): En esa entrevista a la que me refiero, le preguntaban por algunos intelectuales nicaragüenses que habían guardado silencio, incluso habían sido cómplices del Gobierno en esta decisión. Algunos nombres o personas que yo conozco personalmente.
– (S.R.): Sí, personas que están del lado del Gobierno. Algunos que tienen miedo de que le quiten una subvención o un puestecito. La gente, por un puestecito, es capaz de matar. O de callarse, que es peor que matar.
Del Derecho a la Literatura
– (M.P-O.): Vd. nació en Masatepe y luego estudió Derecho en León, en la UNAN. Durante ese tiempo ya se interesaba por la Literatura. ¿Qué fue antes: jurista o literato?
– (S.R.): Yo no quería ser jurista. Mi padre quería que yo fuera abogado. Yo fui a estudiar Derecho pero no fue una buena escogencia… La enseñanza que nosotros recibimos en la Universidad era muy exegética y los profesores eran magistrados de las Cortes de Apelaciones de León o abogados en ejercicio, la mayoría afiliados al Gobierno y otros pocos muy opositores. Pero cuando estudiábamos Procedimiento Civil, o Derecho Civil, los profesores eran muy exegéticos porque nos enseñaban que las cosas eran así. Es decir, no había un sentido crítico frente a la enseñanza del Derecho. Nadie te decía: “Esto dice la ley pero no se cumple” o “Por qué el Código Penal decía entonces que el adulterio era un delito que sólo podían cometer las mujeres y no los hombres”. No había ninguna posición crítica en la enseñanza frente a esas cosas: si están en la ley, están en la ley, son así. Uno va a los juzgados, a las cortes, a atenerse a lo que dice la ley. Pero bueno, yo aprendí muchísimo porque a mí el Derecho me enseñó sobre todo el sentido de la justicia, que lo aprendí en la calle y en las aulas, y me enseñó el sentido de la lógica.
– (M.P-O.): ¿Tiene buen recuerdo de algunos de sus profesores?
– (S.R.): Sí, eran muy buenos profesores la mayoría.
– (M.P-O.): Alguno de ellos le influyó luego en sus novelas ¿no? Por ejemplo, en Castigo Di9
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vino.
– (S.R.): Sí, y en Sombras nada más. Alguno de ellos aparece, sí. Eran profesores brillantes en sus materias. El profesor de Procedimientos Penales, el profesor de Derecho Civil… eran muy buenos.
– (M.P-O.): ¿Le gustaba el Penal?
– (S.R.): Me gustaba, sí, claro. Yo creo que es lo que más le puede gustar a un novelista ¿no? Los boletines judiciales yo me los leía como novelas.
– (M.P-O.): ¿Trabajó alguna vez Vd. de abogado?
– (S.R.): Una vez, siendo estudiante, estábamos estudiando en la Calle Real, fuera, porque hacía mucho calor en León. De pronto, llegó un hombre en bicicleta con una canasta de pan en la cabeza y pasó un taxista borracho y lo atropelló. Fuimos a recoger al vendedor de pan y al día siguiente muy valientes nos presentamos en el Juzgado a poner la denuncia y a llevarle el caso al vendedor de pan. Y cuando volvimos el lunes, ya la causa había sido trasladada a otro juzgado y el juez había aceptado una fianza del hechor, que se había ido de León, desapareció, porque era empleado del comando departamental de la guardia nacional, que había atropellado al panadero. Ése fue el único caso que yo llevé en mi vida. Ahí aprendí más de lo que era la Justicia real en Nicaragua que en las aulas de la Facultad de Derecho.
– (M.P-O.): ¿Nunca ejerció después de terminar la carrera?
– (S.R.): No, nunca. Yo obtuve mi autorización o Licencia de notario aquí en la Corte Suprema. Me incorporé al Colegio de Abogados de Costa Rica, porque viví muchos años allá, pero nunca ejercí la profesión.
– (M.P-O.): La afición a la literatura supongo que surgió de niño o de adolescente ¿no? ¿Cuándo empezó a escribir? ¿Siendo estudiante de Derecho?
– (S.R.): A los 14 años. Mi primer cuento se publicó cuando yo tenía 14 años.
– (M.P-O.): ¿En algún periódico local?
– (S.R.): En el diario La prensa. Y luego otro cuento llamado El estudiante en la revista Ventana, de León, en 1960. Otros los publiqué en La prensa literaria que dirigía Pablo Antonio Cuadra. Esos cuentos los reuní para publicarlos en un libro llamado Cuentos, en 1963, antes de salir de la facultad, siendo estudiante.
– (M.P-O.): ¿Tenía antecedentes literarios en su familia?
– (S.R.): No, yo vengo una familia de músicos, que viene siendo lo mismo. Mis tíos, mi abuelo todos eran compositores.
– (M.P-O.): Su literatura es muy musical.
– (S.R.): Sí, porque yo viví entre músicos, entre ensayos de orquesta. Mi abuelo era director de la orquesta, era una orquesta muy versátil, que la formaban todos mis tíos, la dirigía mi abuelo, cada uno tocaba un instrumento diferente. Eran muy versátiles, porque tocaban música sacra en las misas, en las procesiones, en las barreras de toros, tocaban en las fiestas danzantes… tocaban de todo, en las retretas municipales. Mi abuelo componía valses, mazurcas, y mis otros tíos ya componían boleros, tangos… Entonces yo fui educando mi oído a la música.
– (M.P-O.): Siempre lo he pensado, que su literatura es muy musical, muy armónica, se puede recitar.
– (S.R.): Te lo agradezco. Quizá por eso.
El boom latinoamericano
– (M.P-O.): Yo a Vd. lo conocí en Lima, hace un mes, en la Feria del Libro de allí. En esa ocasión, Vd. participó en una mesa redonda sobre Cien años de soledad, cuyo cincuentenario se conmemora este año. Ahí dijo que García Márquez había sido sin duda un referente para los jóvenes literatos de la época. ¿Él era también su gran referente, o tuvo Vd. otros?
– (S.R.): Mis referentes inmediatos fueron los integrantes del boom porque los conocí a todos, tuve amistad con todos: con Cortázar, con García Márquez, con Fuentes y también con Vargas Llosa.
– (M.P-O.): Tengo entendido que Cortázar le quería a Vd. mucho y que tenían una especial vinculación.
– (S.R.): Sí. Teníamos un vínculo muy estrecho. Con Fuentes también. Y con Gabo. Bueno, y con todos.
– (M.P-O.): Con Mario menos ¿no? Políticamente, al menos.
– (S.R.): Es que con Mario mi vínculo se ha ido estrechando en los últimos años.
– (M.P-O.): El artículo de Mario hace un par de semanas es muy elocuente ¿no?
– (S.R.): Sí, sí.
– (M.P-O.): ¿Está más cerca de él ahora que hace 30 años?
– (S.R.): Sí, yo creo que sí. Así es, es la verdad.
– (M.P-O.): ¿Vd. se ha acercado a él o él a Vd.?
– (S.R.): Mutuamente.
– (M.P-O.): ¿Se ven mucho?
– (S.R.): Cuando nos encontramos en algún lado, en Madrid o en Lima… La última vez nos vimos en Guadalajara, en la Feria del Libro. Sí, en varios lugares.
– (M.P-O.): Y ese acercamiento progresivo con Vargas Llosa, ¿significó también un apartamiento político personal con otras personas como, por ejemplo, Gabo?
– (S.R.): No, no. Lo que pasa es que ya los círculos de Gabo y de Vargas Llosa ya no se volvieron a cruzar.
– (M.P-O.): Me refiero a Vd. más, no solamente a ellos dos.
– (S.R.): No, siempre fue muy respetuoso Gabo conmigo en cuanto a las relaciones y jamás me hizo ninguna prédica contra Vargas Llosa ni mucho menos.
– (M.P-O.): En su literatura se ve también una evolución desde el cuento a la novela. Digamos que es Vd. novelista más tardío que cuentista.
– (S.R.): Sí, yo comencé con los cuentos y no pensaba yo llegar a la novela. Yo veía el cuento como un campo aparte de la literatura, no tenía yo por qué llegar a ser novelista, por qué no iba a quedarme yo sólo como cuentista. Fue curioso que cuando yo publiqué mi primer libro de cuentos, se lo llevé a mi padre, que quería que fuera abogado, y fue él quien me dijo: “Ahora tienes que escribir una novela”. No era letrado pero él tenía esa visión de que la vida era cuestión de escalas y que la novela estaba en una escala superior. Entonces él me animó y me dije yo: ¿por qué no voy a ser novelista?
– (M.P-O.): ¿Pero tardó tiempo en llegar esa novela?
– (S.R.): Salí de la Universidad, me gradué en el 64 y me fui a vivir a Costa Rica, recién casado. Allá comencé a escribir mi primera novela, una muy breve, que es de la que venían a hablar conmigo estas chicas. Se llama: Tiempo de fulgor, de 1970. Y ésa fue mi primera incursión en la novela. La siguiente la escribí cuando me fui a Alemania en el 73, con una beca de escritor, a vivir en Berlín occidental. Allí pasé dos años trabajando en esta novela titulada ¿Te dio miedo la sangre? Ya era una novela escrita en un sentido más profesional.
Exilio americano y exilio
europeo
– (M.P-O.): El exilio suyo primero en Costa Rica y después en Alemania ¿tuvo una motivación política o más intelectual?
– (S.R.): Más intelectual. Yo ya vivía fuera de Nicaragua y no me interesaba Nicaragua. Regresaba de Nicaragua, huía de Somoza. Yo no estaba implicado en la lucha armada, que era muy reducida, muy sectaria entonces. El Frente Sandinista no respiraba hacia afuera.
– (M.P-O.): No fue Vd. muy combativo en esa época.
– (S.R.): Yo fui combativo desde los 17 años.
– (M.P-O.): ¿Y políticamente, o sea, implicado en las luchas armadas?
– (S.R.): La opción de entrar en el Frente Sandinista era una opción sin salida. Es decir, la idea de ser miembro activo del Frente Sandinista era la clandestinidad, nada más. Y el que moría era porque iba a dejar el ejemplo a las futuras generaciones. Eso a mí no me atraía. El Frente a mí me atrajo cuando se abrió hacia la participación distinta de quienes no estábamos destinados a la lucha armada. Yo no servía para la lucha armada. Mi trabajo era de otro tipo. Era un trabajo intelectual. Yo me fui a Alemania buscando ser escritor más bien.
– (M.P-O.): Ya lo era en Costa Rica…
– (S.R.): Yo vivía en Costa Rica y tenía un cargo. Era secretario general del Consejo de Universidades de Centroamérica, que era un cargo muy importante. Me habían electo a mí cuando yo tenía 28 años. Era elección del Consejo de Rectores de todas las Universidades de Centroamérica. Y yo dejé ese cargo, en el 73, para irme a Alemania con una beca de escritor.
– (M.P-O.): ¿Pensaba que si se quedaba en Costa Rica no iba a desarrollar su carrera literaria?
– (S.R.): En realidad tenía tres opciones: la primera, quedarme en Costa Rica, cumplir mi periodo y que me volvieran a reelegir, yo 10
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era un burócrata muy bien pagado, a los 28 años yo ganaba un montón de plata y tenía un estatus de diplomático. La segunda opción que se me abrió fue una beca para estudiar una maestría de Administración Pública en la Universidad de Standford, y llegué a matricularme, tenía todo listo para irme, a hacer esa maestría. La tercera, el ofrecimiento del programa de artistas recientes en Berlín, para irme a vivir a Berlín como escritor nada más. Entonces yo decidí la menos favorable en términos materiales de las alternativas. Porque la otra era una beca de la Fundación Forum Excelente para irme a Standford. Y yo decidí el camino más difícil, el camino del que todo el mundo te decía que los poetas, los escritores se mueren de hambre, que qué iba a hacer allí, cómo iba a renunciar a lo que ganas si ganas muy bien… Entonces hice todo lo contrario a lo que el buen juicio manda. Mi mujer me apoyó y nos fuimos con los niños chiquitos. Mi hija menor tenía tres años.
– (M.P-O.): ¿Cuánto tiempo estuvieron en Berlín?
– (S.R.): Dos años, porque la beca era un año pero yo pude quedarme un año más gracias al apoyo de mi editor en alemán, Hermann Schulz, de la Editorial Peter Hammer. Consiguió otro año con el Ministro de Educación e Investigación de Renania del Norte-Westfalia, Johannes Rau, que luego sería Ministro Presidente de ese Land y luego también de Alemania. Rau tenía una fundación, que me pagó otro año.
– (M.P-O.): Aquella Berlín del 73 tenía que ser también interesante especialmente para el literato.
– (S.R.): Muy interesante. Fue un aprendizaje muy grande para mí, porque era una ciudad dividida, llegué a atravesar el muro, podía ver los dos mundos en pugna. No es que el otro mundo me gustara mucho. Una vez llegó Ernesto Cardenal a visitarnos a mi casa y entonces un amigo consiguió que lo invitaran a la Universidad Humboldt a dar un recital. Estábamos listos para ir, yo lo iba a ir a acompañar, cuando llegó la notificación de que la invitación estaba cancelada porque Ernesto en sus Salmos hablaba mal de la KGB: “Bienaventurados los que no son miembros del Partido, bienaventurados los que no son de los servicios secretos”, y todo eso, etc. etc. Entonces lo vetaron. Lo vetaron por eso. Entonces yo atravesaba el muro e íbamos porque yo era muy devoto del teatro de Brecht. Había dos grandes teatros donde se representaba a Brecht, el tradicional Berliner Ensemble, que quedaba al lado de la Friedrichstraße, y luego estaba la Neues Bühne, o Volksbühne, que estaba en la Rosa-Luxemburg-Platz. En los dos se representaba a Brecht. Y luego la Orquesta Sinfónica de Berlín oriental era muy buena, la biblioteca Humboldt era excelente. Había atractivos culturales grandes. Llegaba el Teatro Negro de Praga, compañías húngaras de ballet, la compañía Bolshói de Rusia…, y del otro lado ya no se diga. Yo tenía entradas de cortesía para ir a la Filarmonía, y de oír a Karajan. Entonces era una vida, para mí, ideal. Me pagaban por escribir y podía hacer toda la vida cultural que yo quisiera.
– (M.P-O.): El exilio a Latinoamérica de muchos intelectuales, escritores, poetas, artistas españoles después de la Guerra Civil española, (1936 a 1939) condiciona su obra y su biografía, en la medida en que muchos de ellos fallecen en el exilio, como Moreno Villa, Prados, Cernuda o Aub, en México. El exilio condicionó mucho la literatura española. ¿Cómo le condicionó a Vd. el exilio?
– (S.R.): Uno toma distancia, es decir, se introduce un elemento inevitable de nostalgia en la escritura. Yo desde Berlín podía ver Nicaragua de otra manera y entonces mi visión, en la novela que yo escribí ¿Te dio miedo la sangre?, es muy nostálgica de Nicaragua. Es una gran cosa poder ver el país desde la distancia, la historia del país, la realidad… etc. Mi exilio no era un exilio sin retorno. No es que yo tuviera prohibida la entrada a Nicaragua. No era fácil entrar en Nicaragua, porque la vez que venía me quitaban el pasaporte; entonces yo tenía que irlo a gestionar a la dirección de migración. Era difícil, pero yo sabía que si yo entraba en Nicaragua tenía que contar con una semana de gestiones para que me devolvieran mi pasaporte o para que me dieran la visa de salida, porque aquí se necesitaba una visa de salida.
– (M.P-O.): ¿Vino Vd. mucho del 64 al 79, en esos 15 años de exilio?
– (S.R.): Veníamos a pasar vacaciones de Navidad, generalmente, una vez al año por la familia o cuando me tocaba venir por mi trabajo, porque yo tenía que visitar todas las universidades y había reuniones en las distintas universidades. Cuando me tocaba venir aquí, pues tenía que venir. Pero siempre con esas dificultades. Yo estaba en la lista negra.
– (M.P-O.): Como ahora.
– (S.R.): Como ahora. (Ríen ambos)
Literatura nicaragüense
– (M.P-O.): ¿Qué está escribiendo ahora?
– (S.R.): Terminé una novela que se va a publicar en España en octubre o noviembre (de 2017), en la Editorial Alfaguara y la vamos a presentar en la FIL de Guadalajara. Se llama Ya nadie llora por mí. Es una secuela de otra titulada El cielo llora por mí. Tiene como personaje a un inspector de policía, el inspector Dolores Morales, ahora retirado en esta última novela, y en la Managua de hoy día, en la Managua de los árboles de la vida. Ese es el escenario de la novela.
– (M.P-O.): ¿Es una sátira política también?
– (S.R.): Pues de alguna manera. Aquí todo se hace mala sangre si no se vuelven sátiras las cosas. Ése es mi próximo libro.
– (M.P-O.): Pero ese ya lo ha terminado. ¿Ya empezó ahora otro?
– (S.R.): Sí, estoy en el periodo de intentar qué hago, tocando distintos registros, y tocando las teclas. Tengo un chance porque como este libro sale en noviembre y el año que viene es de presentaciones, de viajes, entonces puedo dejar tiempo para empezar.
– (M.P-O.): ¿Viajará a Madrid o a los alrededores de Madrid en abril?
– (S.R.): Es probable que tenga que ir a presentar el libro en febrero o marzo…
– (M.P-O.): Mi pregunta llevaba una intención un poco más… He dicho Madrid o alrededores de Madrid en abril, el 23 de abril por ejemplo…
– (S.R.): (Ríe) ¡Ah! Por el premio. No lo sé.
– (M.P-O.): Suena Vd. hace años y creo que ya le toca.
– (S.R.): Es verdad que estoy en las listas hace años, siempre, sí.
– (M.P-O.): ¿Sería bueno, no? Merecido. Ya le toca. Nicaragua nunca ha tenido un premio Cervantes.
– (S.R.): Sería bueno, sí. No, ni Centroamérica.
– (M.P-O.): ¿Cuáles son las figuras de la literatura nicaragüense más relevantes para Vd., además de Darío?
– (S.R.): Cardenal.
– (M.P-O.): ¿Carlos Martínez Rivas, Salomón de la Selva…?
– (S.R.): Sí, pero Cardenal tiene un empaque distinto. Representa una época aquí. Representa la Revolución, representa un pensamiento cristiano distinto, liberador, gran poeta, tiene muchísimas facetas Ernesto. Quizás Salomón de la Selva se acerca a él porque fue un luchador sindical, pero Salomón de la Selva era de los sindicatos de Samuel Gompers, una figura sindical de los EE.UU. que no era nada recomendable. Pero Salomón fue un luchador antiimperialista. Hay un documento muy hermoso, un diálogo entre Salomón de la Selva y un marino, un teniente de marina que llega a su casa en León a notificarle que se tiene que ir del país. Es un diálogo extraordinario.
– (M.P-O.): Hay quien dice también que Salomón era más norteamericano que nicaragüense. Vivió mucho tiempo en EE.UU. y en México.
– (S.R.): Salomón pudo haber sido de los grandes poetas norteamericanos porque se fue de aquí de adolescente becado por el General Zelaya, caudillo de la revolución liberal, a estudiar a Nueva York. Él estudió en Cornell y era íntimo amigo de Edna St. Vincent Millay, su amante. Conoció a todos los otros poetas de esa generación. Fue uno de los fundadores de la revista Poetry, de Chicago. Tropical Town es un libros muy bello, en inglés. Después él se vino para Nicaragua, lo expulsaron los marinos de aquí, cuando el país estaba ocupado, y se fue para México. Su vida es muy diversa a la vida de un exiliado. Pero bueno, también Salomón terminó siendo embajador de Somoza.
– (M.P-O.): Murió en París.
– (S.R.): Sí, en París siendo embajador de Somoza.
– (M.P-O.): Y el hermano, Rogelio de la Selva, fue secretario privado del presidente mexicano.
– S.R.: Sí, fue secretario privado del presidente Miguel Alemán Valdés, muy temido en México. Tenía muchísimo poder.
– (M.P-O.): Y tenía otro hermano, escultor, que también vivió en México, llamado Roberto. Yo tengo un busto de Rubén Darío hecho por él.
– (S.R.): Es probable, sí, sí. No sabía que era escultor. En México imprimieron el libro de Salomón, Ilustre Familia, en la Imprenta Nacional de México por cuenta del Gobierno de México.
– (M.P-O.): Una edición bellísima.
– (S.R.): Nunca salió de las bodegas.
– (M.P-O.): Yo compré hace unos años la 1ª. y la 2ª. edición, que son casi idénticas. La segunda es una reimpresión.
– (S.R.): Yo tengo las de lujo, las primeras.
– (M.P-O.): Hubo dos tiradas. La primera, de mil ejemplares, entró en prensas en 1951, lleva pie de imprenta de 1952, y se terminó la impresión en el 54. La reimpresión es de dos mil ejemplares, tiene un papel, también excelente, pero un poquito diferente, lleva pie de imprenta en 1953 y se terminó de imprimir también en el 54.
– (S.R.): Al triunfo de la Revolución en el Banco Central había como cien ejemplares de ese libro. Ese libro casi nunca circuló.
– (M.P-O.): El libro es precioso, una belleza. Una de las ediciones más bonitas que hicieron en México en esa época.
– (S.R.): Sí, es un libro muy caro de imprimir porque los grabados están impresos en distintos colores, las guardas y todo lo demás. Aunque no me parece que sea la gran obra de Salomón.
– (M.P-O.): La obra tipográficamente es valiosa. ¿Y los demás escritores, Carlos Martínez Rivas, Coronel Urtecho, Ernesto Mejía Sánchez?
– (S.R.): Sí, Martínez Rivas, Coronel, Ernesto Mejía… Sí, son todos muy importantes pero…
– (M.P-O.): Yo tengo la sensación en parte como que se perdieron ¿no?
– (S.R.): Es que Carlos Martínez se perdió gracias a él mismo, siempre fue muy huraño para publicar.
– (M.P-O.): Publicó ese libro en México, La insurrección solitaria, de 1953, que tampoco se difundió.
– (S.R.): Ese libro se quedó aquí en la edición completa en una finca, pudriéndose.
– (M.P-O.): Noel Rivas tiene un ejemplar en Sevilla de la primera edición. Me lo ha enseñado muchas veces. Creo que era el ejemplar de su tío, Carlos A. Bravo, pero tiene un poema manuscrito de Carlos dedicado a él, para Noel. Me gusta mucho el ejemplar. Se lo quiero robar pero no he podido hasta ahora, je. (Risas).
– (S.R.): Sí, yo tengo esa edición también, aunque es muy rara. Esa edición fue hecha por la editorial Guaraní, que era propiedad del dictador o del ministro de gobernación de la dictadura anterior a Stroessner. Era un tipo siniestro, que se fue para México y allí abrió esa editorial.
– (M.P-O.): No lo sabía, la editorial me era desconocida. He buscado el libro muchas veces y no lo he encontrado nunca. Mis libreros mexicanos me dicen que nunca lo han visto.
– (S.R.): Sí, es que Carlos se trajo toda la edición para Nicaragua y se la llevó para una finca de un tío y allí se quedó.
– (M.P-O.): Esa paradoja o parábola es como su vida ¿no?
– (S.R.): Eso es. Es un mito Carlos Martínez, no porque no sea un gran poeta, que sí lo es, sino porque todo el mundo lo conoce de oídas.
– (M.P-O.): ¿Vd. lo conoció personalmente?
– (S.R.): Muy bien, sí, claro.
– (M.P-O.): ¿De quién fue más amigo Vd.?
– (S.R.): Con Ernesto tenía una estrecha amistad desde los 17 años que lo conocí. A esa edad conocí también a Coronel. A Carlos Martínez lo conocí cuando yo me iba a casar, en el 64. Él iba para España nombrado agregado cultural por el Gobierno de René Schick, Presidente de Nicaragua de 1963 a 1966. Y luego cuando él estaba en España, murió Schick, y él había perdido el puesto. Él estaba en España con sus niños allá, pasando miles de dificultades, y entonces yo me lo llevé para Costa Rica a trabajar conmigo en el esuca. Se vino para Costa Rica y trabajó conmigo como cuatro o cinco años.
– (M.P-O.): Y a Ernesto Mejía ¿también lo conocía mucho? Acabo de regresar de Mérida, siguiendo sus pasos, donde murió.
– (S.R.): Sí, también, mucho. Murió en Mérida, sí, porque tenía una enfermedad en los pulmones y no podía vivir en la altura. Pero cuando la Revolución triunfó, nombramos a Ernesto embajador de España y luego en la Argentina. Le fue muy mal en la Argentina porque no podía salir de la casa, ser embajador de Nicaragua en la Argentina era entonces muy complicado.
– (M.P-O.): A mí me dijeron que a él lo que le interesaba eran sus estudios sobre Rubén Darío y no tener problema en los archivos, en las bibliotecas… y que el segundo de la Embajada mandaba más que él.
– (S.R.): Era el momento de la transición y necesitábamos un embajador político, para los círculos políticos, no para los círculos intelectuales. No fue el más idóneo para el momento. España era importantísima para Nicaragua porque estaba Suárez, pero ya Felipe venía levantando…
Nicaragua, hoy y mañana
– (M.P-O.): Don Sergio ¿qué piensa Vd. que va a ser de Nicaragua? Al principio de esta conversación, Vd. me ha dicho que cree que Daniel tiene ambición de poder y no se irá fácilmente. ¿Se va a morir en el cargo?
– (S.R.): No lo sé. Esa es su idea, quedarse. Yo creo que aquí vendrán cambios para bien. Los cambios yo creo que tienen que ser pacíficos. Aquí hemos pagado una cuota de sangre ya demasiado alta para este país. Este es un país con una densidad de población muy baja y que solamente, entre botar a Somoza y defender la Revolución, costó cien mil muertos. Eso es una sangría terrible. Y luego la destrucción, el atraso… Nicaragua está generando hoy en día el producto interior bruto que generaba en el año 60. Está en la cola de las economías de Centroamérica y ya no se diga de las de América Latina. Entonces, me parece que aquí vendrían cambios ¿cuándo? No sé. ¿Si yo lo voy a ver? No sé. Pero vendrán. Yo tengo ese optimismo. Yo no creo en la historia que siempre se repite, sino que en determinado momento habrá una ruptura que nos pondrá en el camino correcto.
– (M.P-O.): ¿Pero un poco como Cuba? ¿Como Venezuela?
– (S.R.): Lo que pasa es que en América Latina el problema para mí no es entre izquierda o derecha sino entre autoritarismo o democracia. Si me pones a escoger en izquierda tengo que pedir el menú. ¿Qué izquierda? Antes yo sabía lo que era la izquierda, cuando yo era estudiante y cuando militaba en la revolución yo sabía lo que quería, yo sabía qué era la izquierda. Pero hoy en día hay que pedir el menú: si la izquierda chilena, la izquierda venezolana… Y de repente hay izquierdas adulteradas. Para mí, alguien que aparece mezclado en asuntos de corrupción, para mí no es izquierda. Para mí la izquierda siempre estuvo identificada con la transparencia, con el sacrificio… pero si a mí me dicen que alguien se embolsó cien millones o que está metido con Odebrecht, o en un fraude, como Maduro, eso para mí deja de ser izquierda.
– (M.P-O.): Nada hay más parecido a un corrupto de izquierda que un corrupto de derecha.
– (S.R.): Exactamente. Que la izquierda sea corrupta es una novedad para mí. Entonces mi opción es una izquierda transparente, ética. Tengo que preguntar de qué izquierda se trata. Aquí, en Nicaragua, este gobierno es neoliberal de derecha que navega con una bandera de izquierda: las políticas económicas, el desempleo, el desempleo encubierto, el desempleo informal, los privilegios… En los últimos seis u ocho años aquí ha crecido el número de millonarios en doscientos. Según la revista Forbes, éste es el país que más millonarios produce en Centroamérica.
– (M.P-O.): Y el país que menos crece…
– (S.R.): Sí. ¿Y qué tiene eso de revolucionario? ¿Qué tiene que ver eso con la distribución justa de la riqueza? Aquí el Banco Central publicó unas cifras en donde, para que haya menos pobres, rebajan el ingreso, es decir, en lugar del ingreso mínimo de dos dólares diarios, ponen un dólar sesenta, y así hay menos pobres. Dan ganas de reírse, si no fuera tan trágico. Entonces, éste es un país profundamente injusto en la distribución de la riqueza. Y el Gobierno no ha hecho nada, más que demagogia para cambiar esa situación. Aquí la Ley de Reforma Fiscal propuesta por el propio Fondo Monetario Internacional, que no es ninguna entidad de izquierda, pero que para cambiar los parámetros del desarrollo propuso una reforma fiscal donde se elevara más el capital, los impuestos sobre la renta y los ingresos dependan menos de los impuestos indirectos, está parqueada en el Parlamento hace diez años. ¿Por qué? Porque hay una entente entre los empresarios el mayor beneficio en esa relación, no juego eso, son empresarios. Entonces, la cúpula empresarial y el Gobierno, y se han congelado reformas fiscales. Entonces no hay una distribución justa de la riqueza. Y aquí se llena la boca el Gobierno diciendo que el país crece un 4.5% mensual. Pero si en los diez años de Daniel Ortega, el país ha crecido un 4.5%, y el mismo 4,5% creció durante los años de Doña Violeta, de Bolaños y de Alemán, entonces yo no veo cuál es la novedad. Aquí para que el país de verdad crezca un 7% u 8%, hay que cambiar el parámetro económico. Nosotros somos un país del siglo XIX. Los productos de exportación son los mismos que los del siglo XIX: café, oro, ganado, carne, banano… eso es lo que exportamos y con los mismos o peores niveles de pobreza, y con más ricos: el 3% de la población tiene el 90% de la riqueza.
– (M.P-O.): En otros países latinoamericanos la situación no está mejor. En el Perú, donde nos vimos hace poco, hay varios expresidentes en la cárcel.
– (S.R.): Ya pero Kuczynski no dice que es revolucionario. Es un banquero.
– (M.P-O.): Sí, sea lo que sea, el Perú está creciendo al 1.5%.
– (S.R.): Hoy, pero creció al 7.5, al 9 y al 10. Claro, que ahora viene el tiempo de las vacas flacas pero llegó a crecer hasta el 10, en tiempos de Alan García y de Toledo.
– (M.P-O.): Sí, pero ahí están buscados o investigados por la Justicia…
– (S.R.): Sí, todos, de izquierda y de derecha, están perseguidos por la policía. En El Salvador, el primer presidente que hubo del gobierno guerrillero, Funes, está prófugo en Nicaragua, porque lo están buscando allí por el caso Odebrecht, impuesto por el FMLN, que es la guerrilla que luchó tanto por cambiar el sentido ético del país, según su propuesta política. Y está en el mismo saco con el otro presidente de derechas, Arenas, que también hizo lo mismo, y uno de ellos, Flores, procesado por lavado de dinero. Y el otro Saca. Uno de derecha y otro de izquierda. Saca y Funes en el mismo saco. ¿Cómo puede ser eso?
– (M.P-O.): Desde luego no hay nada más que se parezca a un corrupto de izquierda que un corrupto de derecha.
– (S.R.): Por eso, para mí la corrupción nada tiene que ver que sea de izquierda o de derecha. Hay corrupción y hay democracia, y hay transparencia y hay autoritarismo y opacidad por la corrupción. Esas son las escogencias. Y eso es lo que necesitamos aquí, que se reestablezca la democracia y luego veremos. Pero para mí no hay nada que pueda substituir a la democracia; todo eso de que se necesita un gobierno autoritario para que Nicaragua crezca, es mentira; ya te lo estoy diciendo, Miguel, creció lo mismo Nicaragua cuando aquí no había autoritarismo. Y entonces, pero también ¿por qué no puede el país crecer sin autoritarismo?
– (M.P-O.): Es que para ellos no hay alternativa. Están en el poder y no van a ceder.
– (S.R.): Ahí está el problema.
– (M.P-O.): Sí, ahí está el problema, como dijo vd. al principio. No tienen más horizonte que aglutinar el poder. Por eso le preguntaba que ¿qué piensa Vd. que se pueda hacer? No hay muchas alternativas posibles, viables ni factibles.
– (S.R.): Por el momento.
– (M.P-O.): Ortega tiene 72 años, y sigue ahí. Y si se muere, la mujer será Presidente.
– (S.R.): Eso es lo que tiene en contra, tener 72 años. (Risas).
– (M.P-O.): Bueno, Vd. tiene 75 y está escribiendo novelas como un adolescente.
– (S.R.): Eso es otra cosa, porque uno escribe hasta la muerte.
– (M.P-O.): Pero es que él quiere tener el poder hasta la muerte.
– (S.R.): Ése es su error.
– (M.P-O.): Y si se muere, ahí va a estar la mujer, que le va a suceder como en la Argentina o como en otros sitios
– (S.R.): Ese es su error.
– (M.P-O.): Que no es el caso. En su libro Adiós Muchachos creo que hay cierta desesperanza. Me da la sensación que es un libro de cierta desesperanza. Ahora en esta conversación está Vd. mucho más optimista.
– (S.R.): Bueno, sí. Yo creo que no hay que perder el optimismo y que a la edad que yo tengo, la falta de esperanzas se convierte en amarguras. Entonces ¿qué puedo decirles yo a los jóvenes? ¿Transmitirles amargura, desesperanza, que esto no tiene remedio? Entonces ¿a dónde vamos? No. Hay que decirle a la gente que el país es de todos.
La juventud, la fama, el futuro
– (M.P-O.): Una última cosa, Don Sergio. Me ha gustado ver aquí a esas dos chicas escolares, entrevistándole a Vd. en su casa, muy preparadas y formales, para sus trabajos de la escuela.
– (S.R.): Aquí vienen todos los días. Mañana vienen de Tipitapa (una población a 33 Km. de Managua), y venían unos de Nueva Guinea (que está a 282 Kms.), muy conmovedor.
– (M.P-O.): ¿Y cómo vienen? ¿Le llaman a Vd. por teléfono? ¿Saben dónde es su casa?
– (S.R.): Arreglamos antes la entrevista.
– (M.P-O.): Umbral decía de Alberti que la gloria de un poeta debe ser pasear por la ciudad y oír en un colegio a los escolandos recitar sus propios poemas. ¿Tiene Vd. la misma sensación al ver a esos chicos, que a lo mejor ni siquiera saben que Vd. fue Vicepresidente del país, pero sí saben de memoria sus cuentos?
– (S.R.): El otro día vinieron los chicos de Nueva Guinea y les dije: bueno, yo los recibo pero que sepan que sólo recibo gente por la tarde, en la mañana yo escribo. Una muchacha me dijo que no pueden en la tarde porque tienen que regresar a Nueva Guinea y son siete horas de viaje. Salen de Nueva a Guinea a las 2 de la mañana y regresan en el día. Entonces, se cambian las reglas, claro.
– (M.P-O.): Le dio pena eso ¿no? En verdad debe ser emocionante que hagan catorce horas de viaje en un día para verlo y para hablar de sus libros.
– (S.R.): Sí, a las 10 o 10:30 horas aquí. Luego almorzaron en algún lugar, y ya se fueron, para llegar a las 8 de la noche allá. Y vinieron como veinte.
– (M.P-O.): Toda la clase… ¿Y qué hace, le da una clase particular a los chicos?
– (S.R.): Ellos vienen muy preparados con sus preguntas. Es interesante porque estas dos chicas que vinieron hoy, Perla y Adriana, muy seguras a la hora de preguntar, traen sus preguntas muy bien preparadas, han leído el libro… Los muchachos de Nueva Guinea traen sus videos para filmar, otros se reparten las preguntas…
– (M.P-O.): ¿Eso le envanece un poco?
– (S.R.): No me envanece. Me conmueve. Y como decía mi padre, usaba una expresión que decía: “Alzó su pie”. Es decir, estaba lejos y alzó su pie para venir a verme. Eso es muy lindo, saber que esta gente, que está fuera de la civilización a ocho horas y venir aquí a hablar con un escritor, y sin que me hagan una sola pregunta política. Ellos vienen porque yo soy escritor, no porque soy político, porque fui político.
– (M.P-O.): A lo mejor ni lo saben…
– (S.R.): Puede ser que lo sepan pero eso no es a lo que vienen. Ellos vienen porque están haciendo su monografía para graduarse de bachilleres. Eso es lo bueno que tiene entenderse con los jóvenes en esos términos, muchachos inteligentes que ojalá sean los que puedan cambiar el país.
– (M.P-O.): Veo a Vd. muy optimista con esa generación.
– (S.R.): Es que yo no puedo creer que las cosas cada vez van a ser más obscuras, que vamos para atrás.
– (M.P-O.): Yo creo que en algunos países y con algunas personas la esperanza es lo primero que se pierde. (Risas).
– (S.R.): Dice el Popol Vuh que “mientras más obscuro está el cielo, más pronto va a amanecer”.
– (M.P-O.): Que así sea. Don Sergio, muchas gracias por su tiempo. Y ojalá nos veamos en España en torno al 23 de abril con su ocasión de su Premio Cervantes.
– (S.R.): Ojalá.