Dr. Miguel Polaino-Orts
Universidad de Sevilla
Frisando el final de 2019, y tras varios años de documentación paciente y de minuciosa redacción, vio la luz la primera parte (libro I, le llama la editorial) de El amante polaco, de Elena Ponitowska, Premio Cervantes de Literatura 2013, que fue presentada en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. La obra, largamente anunciada, se había convertido, incluso antes de aparecer, en un libro cuasimítico, en uno de los textos más esperados de la literatura hispanohablante de los últimos tiempos. El motivo de esa expectación es doble: su temática histórica, por un lado, la biografía novelada de Stanisław August Poniatowski, el último Rey de la Polonia independiente en el último tercio del siglo XVIII; y, por otro, la identidad de su autora, una de las escritoras más lúcidas y representativas en lengua española del último siglo y, además, descendiente por línea colateral del personaje biografiado.
Bien mirado, podríamos añadir algunos ingredientes más a esa coctelera generalizada de expectación editorial. Elena Poniatowska ha cultivado, a lo largo de varias décadas, el periodismo y la literatura con particular destreza, dedicación y acierto. En el primero es maestra y referente de muchas generaciones a éste y al otro lado del océano y aun hoy, superadas ya ampliamente sus bodas de oro con la profesión, al cabo de varias décadas de impecable ejercicio, lo sigue desempeñando con la pasión del misacantano y la ilusión de una becaria principiante; y en la segunda ha compatibilizado con particular ingenio el cultivo de la literatura testimonial (como en la icónica La noche de Tlatelolco, publicada en su primera edición -pronto hará medio siglo- en 1971, obra maestra de la “nonfiction novel”, de la literatura de hechos que, a modo de obra coral, da voz a los que la perdieron violentamente en la matanza de la plaza de las Tres Culturas de la Ciudad de México el 2 de octubre de 1968), de la narración antropológica, folklórica y social (como en Hasta no verte Jesús mío, de 1969) o la recreación biográfica de personajes relevantes en el México contemporáneo (como en sus biografías noveladas de Leonora Carrington, Diego Rivera, Lupe Marín Guillermo Haro o Tina Modotti), entre otras muchas obras de crónica social, narraciones breves, cuentos, poemas o biografía (de las siete cabritas a Álvaro Mutis, de Juan Soriano a Octavio Paz).