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El hombre que amó a los volcanes

  • El Dr. Atl, artista que realizó una extensa obra pictórica sobre volcanes 
  • Llevó a la tela la majestuosidad del Popocatépetl, el Iztaccíhuatl y el Pico de Orizaba
  • En el 146 aniversario de su natalicio, resaltamos el amor y el fervor que tuvo por las cumbres de nieve de México y el mundo 

Por Ricardo FLORESMIRANDA

cropped-DSC07413Su pasión por los volcanes de México y el mundo fue impetuosa. Lo mismo los plasmo en sus lienzos de manera artística que lo llevó a escalarlos y estudiar su origen y evolución para conocer su formación y poder evolutivo; tanto fue su fervor que también escribió sobre ellos y hasta un poema le tributó al Popocatépetl.

El escritor y pintor mexicano Gerardo Murillo Cornado, fue el hombre que amó a los volcanes y creemos, sin duda alguna, que es el único artista pictórico quien ha realizado una extensa obra conformada de dibujos, bosquejos, diseños y pinturas sobre el nacimiento de un volcán, como de aquellos inactivos que son atrayentes por su majestuosidad. Además, logró captar en su pintura la espectacularidad que manifiesta un volcán en plena erupción.   

Gerardo Murillo Cornado (3 de octubre de 1875 – 15 de agosto de 1964) conocido mejor como “Dr. Atl” (agua, en náhuatl), al recordarlo en el 146 aniversario de su natalicio, resaltamos el amor y el fervor que tuvo por los volcanes, en un homenaje a su brillante producción pictórica. 

Dentro de su importante obra, el pintor vulcanólogo llevó a la tela la majestuosidad del Popocatépetl, el Iztaccíhuatl y el Pico de Orizaba que para tener una visión clara de estos y lograr la suntuosidad y la belleza natural de los mismos, subió hasta las cúspides de estas imponentes montañas con atril, lienzos, paletas de mezclas, pinceles, pinturas, aceites y desarrollar en pleno su creación pictórica.

Cuando tuvo noticias del nacimiento del Paricutín el 20 de febrero de 1943, el Dr. Atl dejó a un lado sus actividades personales y artísticas en la ciudad de México y acudió hasta las cercanías del pueblo de San Juan Parangaricutiro Michoacán, a fin de presenciar el génesis de un volcán que brotaba en el sembradío de maizal de Don Dionisio Pulido, campesino que dejó su labor al percatarse que de pequeñas hendeduras de su labrantío emanaba vapor y la tierra se movía a sus pies, pues estaba germinando de las entrañas de la tierra el Paricutín (“lugar al otro lado”, en purépecha).

El naciente volcán que cubrió con lava y piedra causando la destrucción de dos pueblos: Paricutín y San Juan Parangaricutiro, fue para Gerardo Murillo el tema esencial  de un sinnúmero de pinturas, ya que pintó en sus telas cada momento del nacimiento, la erupción y la cesación del volcán,  tanto que apreciamos en varias de sus obras arboles calcinados, un suelo rojizo y negro devastado a causa de la lava, piedras y ceniza que arrojó con potencia el volcán. 

En otras pinturas, ante un cielo azul nebuloso al Paricutín sólo humeando ante un panorama desolador, destruido, troncos de árboles arrasados sin follaje.

Desde otras perspectivas, el Paricutín se muestra en plena efervescencia con tonalidades rojas, naranjas producto de la erupción  

Atl eterno enamorado de los volcanes resaltó a belleza del Citlaltépetl (monte de la estrella) mejor conocido como el Pico de Orizaba envuelto en nubes; Desde otra perspectiva capta al Pico de Orizaba en primer plano y al fondo el valle de Puebla y las cimas del Popocatépetl y el Iztaccíhuatl. De igual manera, plasmó al Xinantecátl (hombre desnudo) identificado como el Nevado de Toluca.  

Durante sus extensas caminatas por las elevaciones que rodean los valles de México, Texcoco, Chalco, Cuautitlán, Toluca y Tenango, llevando acuestas sus herramientas de pintor captó los paisajes naturales de montañas y volcanes, que son verdaderas obras de arte. Donde las tonalidades de los colores hacen de sus pinturas únicas y de un estilo propio.

El maestro Gerardo Murillo, que obtuvo la Medalla “Belisario Domínguez” en 1956, y el Premio Nacional de Artes en 1958, no solo plasmó los volcanes de México. De la misma forma, realizó investigaciones sobre volcanes italianos y dibujó el Etna (montaña de fuego), ubicado en la costa este de Sicilia. Además, tuvo la oportunidad de dibujar el volcán Stromboli, situado una pequeña isla italiana en el mar Tirreno.

5_9En el 146 aniversario de su natalicio, REVISTA MATICES le rinde un modesto homenaje mediante la palabra escrita, como lo hizo en su momento el Correo Mexicano, emitiendo una estampilla conmemorativa por su centenario natal, en octubre de 1975.

Fue tanta la pasión del Dr. Atl por los volcanes que en una de sus incursiones expedicionarias al Paricutín sufrió un accidente que le hizo perder una pierna, sin embargo su amor a las montañas nevadas, no fue obstáculo alguno para dejar de subir a sus cúspides y sentir su cercanía, la activación volcánica, los estruendos emergidos de sus entrañas; contemplar sus cimas nevadas de blanca belleza; y desafiar a sus cráteres de fuego, para pintarlos a su entera complacencia y recoger leyendas, que les atribuyen un talante humano, una cualidad guerrera, oh un idilio de amor.

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Fuente informativa:

El mito de dos volcanes: Popocatépetl e Iztaccíhuatl, varios autores, Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura/Editorial RM, México, 2005.

Murillo, Gerardo, Dr. Atl, Las sinfonías del Popocatépetl, Biblioteca de Autores Mexicanos, México Moderno, México, 1921.

Cordeiro Baqueiro, María, “Los volcanes en el arte. El Popocatépetl y el Iztaccíhuatl”, en Arqueología Mexicana núm. 95, p. 70-77.

Pág. Web. Biografía Gerardo Murillo y su obra pictórica

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