Dr. Miguel Polaino-Orts
México es, probablemente, el país latinoamericano con el que España guarda una relación histórica más íntima, intensa y extensa. No ajena a esa relación es un motivo fundamental: España tiene contraída una deuda impagable con México desde hace casi ochenta años. Nosotros salíamos de una cruenta guerra civil, que se extendió de 1936 a 1939, y que enfrentó a media España con la otra media. Lo escribió el poeta sevillano Antonio Machado, víctima también de esa guerra: “Españolito que vienes / al mundo te guarde Dios. / Una de las dos Españas / ha de helarte el corazón”.
En esas tristes, dramáticas circunstancias, México acogió a una brillantísima generación de intelectuales españoles que vinieron exiliados a este bello país hermano. Entre ellos, varias decenas de juristas, escritores, filósofos, artistas, científicos… toda una generación áurea de cultivadores brillantes en diversos campos del saber. Aquí, en estas tierras mexicanas, vivieron (y muchos de ellos aquí murieron) León Felipe, José Moreno Villa, Luis Cernuda, Emilio Prados, Max Aub, María Zambrano, Manuel Altolaguirre, Concha Méndez, Ernestina de Champourcin, Juan José Domenchina, José Bergamín, Pedro Garfias, Juan Rejano, Luis Buñuel, Adolfo Sánchez Vázquez, Joaquín Xirau y su hijo Ramón, que falleció en julio de 2017, a los 93 años… Ramón Xirau llegó a México, juntos a sus padres, en 1939. Tenía, entonces, 15 años. Aquí ha vivido toda una vida, casi ochenta años. Era -es- la memoria viva del exilio. Aquí estudió, aquí se hizo filósofo y poeta, aquí se casó su esposa Ana María Icaza, “la muchacha de amarillo” como la recordaba siempre Ramón, lo hizo mexicano para siempre). Aquí reposan ya sus restos confundidos para la eternidad con la tierra mexicana.
También vinieron, entonces, numerosos juristas. Constancio Bernaldo de Quirós, Mariano Jiménez Huerta y Faustino Ballvé, entre los criminólogos y penalistas (aunque el último de ellos, que había sido el primer traductor de Ernst Beling se hizo, en estas tierras, economista), el filósofo del Derecho Luis Recaséns Siches, el constitucionalista Manuel Martínez Pedroso, el procesalista Niceto Alcalá Zamora y Castillo, el civilista Demófilo de Buen Lozano y su hijo el laboralista sevillano Néstor de Buen Lozano, fallecido también aquí entierra mexicana hace bien poco, en abril de 2016…
Parece que la llegada masiva de tantos exiliados generó, en un inicio, ciertos (lógicos) recelos en el pueblo mexicano, temeroso de que los extranjeros vinieran a arrebatar el pan de sus hijos. “Fue una decisión personal del general Lázaro Cárdenas”, me precisó un día, en efecto, Elena Poniatowska, que trató (y admiró) a casi todos ellos. Pero pronto se deshicieron las suspicacias iniciales y pronto serían acogidos aquí con un cariño desusado, con una hospitalidad inigualable. Muchos desarrollaron su labor docente en la UNAM, una de las más prestigiosas casas de estudio del mundo, y también muchos se beneficiaron de la hospitalidad de El Colegio de México, desde 1940, y de su germen primigenio, La Casa de España en México (1938-1940), refugio de exiliados, continuador de vocaciones, hacedor de milagros. Una figura fundamental en ese milagro fue Don Alfonso Reyes -el sabio polígrafo, el humanista integral-, a quien el General Cárdenas designó en marzo 1939 Presidente de La Casa y a cuya generosidad se debe la supervivencia de no pocos estudiosos: uno de ellos, el poeta sevillano Luis Cernuda -quizá el más inteligente de una generación poética deslumbrante como es la del 27-, que vivió y murió en México, y que subsistió varios años con becas y ayudas económicas de El Colegio de México, que financiaron sus últimos estudios de crítica literaria: Cernuda, que no se excedía en elogios con nadie, guardó siempre gratitud a Don Alfonso, a quien -al momento de agradecerle la concesión de la beca primera (sugerida por Octavio Paz)- agradeció su ayuda providencial en términos bien expresivos: “Le agradezco en extremo, querido don Alfonso, la gentileza que ha tenido para conmigo al aceptar con tanta benevolencia la sugerencia de Octavio Paz. Es un favor que estimo tanto más por venir de usted, a quien siempre he tenido igual respeto que admiración” (carta de 20 de febrero de 1954).
Dos de los juristas mencionados (De Buen, Pedroso) provenían, precisamente, de la Facultad de Derecho de la Universidad de Sevilla (una de los más relevantes centros de estudios superiores de la vieja Europa), en la que se vieron obligados a abandonar sus cátedras y emprender camino del exilio, desde Sevilla a México, destino final: como el mismo Cernuda, cuyos restos reposan en el Panteón Jardín mexicano, también ellos murieron en la Ciudad de México. La Facultad de Derecho de Sevilla cumple ahora, en este 2018, el quinto centenario de su fundación, sus primeros quinientos años. Y al amparo de ese aniversario redondo, para honrar la reciedumbre histórica de una relación ya larga y venerable, y -especialmente- para mostrar una gratitud con una tierra hospitalaria para nosotros querida e inolvidable, hemos dado en institucionalizar dos acuerdos específicos de cooperación internacional, educativa y universitaria entre el municipio de Tlalnepantla de Baz y la Facultad de Derecho de la Universidad de Sevilla, de un lado, y entre el mismo municipio y el Curso de Experto Universitario en Victimología, del Centro de Formación Permanente de la misma Universidad, de otro, que fueron signados en el curso de un solemne acto celebrado en el noble Salón de actos de la Casa Ayuntamiento de Tlalnepantla el pasado viernes 1 de diciembre de 2017. A tal efecto, el Decano de la Facultad Dr. Alfonso Castro Sáenz, Catedrático de Derecho romano, remitió desde Sevilla el texto rubricado del convenio que la Presidente Municipal Lic. Denisse Ugalde Alegría signó en presencia del Catedrático Emérito de la Universidad de Sevilla Dr. Miguel Polaino Navarrete, fundador y Director del mencionado Curso y de quien subscribe, que hicimos lo mismo con nuestro convenio. Testigos de honor fueron ilustres personalidades representantes de diversas instituciones mexicanas, como el Dr. Javier Cruz Martínez, Comisionado del Infoem (que, a su vez, también ha subscrito con la Facultad del Derecho y con el Curso de Victimología sendos acuerdos de colaboración en materia de protección de datos y del derecho a la información pública) y el Dr. Raúl García Víquez, periodista y penalista, primer tlalnepantlense en graduarse brillantemente como Experto en Victimología y, últimamente, como Doctor en Derecho por la Universidad de Sevilla.
De esta forma, se intensifica el lazo de unión entre el Municipio de Tlalnepantla de Baz, la Facultad de Derecho y el Curso de Experto Universitario en Victimología de la Universidad de Sevilla, que se viene impartiendo de manera exitosa e ininterrumpida desde hace quince años, capacitando a numerosos especialistas en materias tan cruciales como la delincuencia sexual, el maltrato a la mujer, el maltrato infantil o contra ancianos, los feminicidios, la violencia transnacional, el terrorismo, la criminalidad organizada, la delincuencia ecológica o contra la seguridad colectiva o la seguridad vial. La globalización de la criminalidad exige también la globalización de los instrumentos de combate de dicha criminalidad, y ése es al momento de firmar nuestros acuerdos nuestro más soñado empeño: contribuir a la reducción de la criminalidad especialmente violenta y victimizante, fomentar los programas de tratamiento y de reparación de la víctima del delito y de colectivos particularmente desfavorecidos y, en definitiva, devolver a México lo que es de México, como queriendo con ello restituir, aunque sea mínimamente y con tanta tardanza, lo que tierra tan querida como la mexicana dio, décadas atrás, a nuestros compatriotas transterrados.