Los mexicanos y los mexiquenses estrenamos nuevas legislaturas. Ambas integradas con noveles representantes populares, pero también compuestas por los viejos lobos de amplios colmillos retorcidos que conocen los recovecos al derecho y al revés de las lides legislativas.
De los primeros, de los diputados principiantes, quizá tienen en mente cumplir con sus promesas de campañas y representar con dignidad a los conciudadanos de sus distritos electorales, posiblemente por un corto tiempo, pues después… quien sabe cómo actuaran.
De los segundos, de los viejos lobos, ni que decir, será más de lo mismo: las mismas mañas, poner en practicar sus habilidades y sagacidades en favor de sus camarillas, además de trabajar y complacer a los grupos de poder a los que dignamente pertenecen.
Los honorables diputados del Congreso de la Unión y de la Legislatura local del Estado de México que por primera vez se convierten en parlamentarios, sobre todo los independientes, los de la izquierda, como los que vienen de las “nuevas” instituciones políticas, busquen con sus actitudes novedosas, sus acciones valientes, el arrojo de sus ideas y el hecho revolucionario de sus conceptos, cimentar las actitudes mediocres, las posiciones arrastradas y las posturas bellacas de quienes, no una, sino en tres y hasta en cuatro ocasiones han posado sus asentaderas en las curules, infinidad de veces levantado el dedo aprobando todo lo indicado por el líder de su fracción parlamentaria.
Tal y como se ven las cosas en el corto tiempo que llevan las actuales legislaturas, tanto la Federal, como la del Estado de México, en primer término, comienzan a exhibir sus ambiciones y debilidades por lo material, quieren autos nuevos, oficinas bien adecuadas, equipo de asesores, secretarias monumentales, celulares de cobertura amplia, internet, computadoras portátiles, acceso libre en autopistas, viáticos, combustible gratuito, gastos médicos, jugosos sueldos y hasta gimnasios y estéticas en los propios recintos parlamentarios.
Primero lo primero, todo aquello que le de status al señor Diputado o a la señora Diputada. Las reformas y las iniciativas de ley, se verán al paso de los acuerdos burocráticos. No hay prisa, al fin la ciudadanía ni pita ni chifla.