Opinión

Las manos crean maravillas, pero también son instrumento de muerte

  • Son capaces de tocar, agarrar, sentir y acariciar; escribir una carta
  • Manos útiles del cuerpo humano; vínculo transmisor de microorganismos

Por Ricardo FLORESMIRANDA

Tanto se ha dicho y recomendado hasta el cansancio de la importancia de lavarse las manos para evitar la acumulación de microorganismos como bacterias, virus, parásitos y hongos, los cuales nos llevamos al organismo a través de la boca, nariz y ojos, causándonos  enfermedades  como la influenza, neumonía, tosferina, bronquitis, gastroenteritis y el nueva pandemia Covid 19 y, hasta una conjuntivitis, que un sector importante de la población siguen sin cumplir las medidas de higiene sanitaria ni tienen la costumbre de mantener las manos limpias en cualquier momento del día.

Contrariamente de que nuestras propias manos son el vínculo transmisor de enfermedades tanto para nosotros mismos como para quienes saludamos de propia mano, están definidas como una de las piezas más complejas y bellas de la ingeniería natural en el cuerpo humano o, como bien lo define el poema “las Manos” del poeta español Miguel Hernández Gilabert (1910-1942).

Dos especies de manos se enfrentan en la vida,

brotan del corazón, irrumpen por los brazos,

saltan, y desembocan sobre la luz herida

a golpes, a zarpazos.

 

La mano es la herramienta del alma, su mensaje,

y el cuerpo tiene en ella su rama combatiente.

Alzad, moved las manos en un gran oleaje,

hombres de mi simiente.

 

Quizá nunca nos hemos puesto a pensar qué tan útiles son nuestras manos, tanto que son capaces de desempeñar una infinidad de funciones: tocar, agarrar, sentir, sujetar, manipular y acariciar; escribir una carta, pintar un cuatro, excavar con una pala; con nuestras manos podemos crear maravillas, pero del mismo modo son instrumento de muerte.

Estas sonoras manos oscuras y lucientes

las reviste una piel de invencible corteza,

y son inagotables y generosas fuentes

de vida y de riqueza.

 

Nuestras manos son tan significativas que se convierten en el lenguaje de señas para las personas que no pueden hablar ni oír; mediante el movimiento de los dedos, la muñeca y los extremos de los brazos mujeres y hombres con discapacidad auditiva y del habla hacen de las manos su medio de comunicación, con ellas expresan sus sentimientos, alegrías, tristezas, enojos, afectos y su amor con quienes se comunican.

Dentro de la descripción anatómica, nuestras manos integran parte de las extremidades del cuerpo humano, siendo el cuarto segmento del miembro superior o torácico, están localizadas en los extremos de los antebrazos, son prensiles y tienen cinco dedos cada una. Abarcan desde la muñeca hasta la yema de los dedos en los seres humanos.

 

Ante la aurora veo surgir las manos puras

de los trabajadores terrestres y marinos,

como una primavera de alegres dentaduras,

de dedos matutinos.

 

Endurecidamente pobladas de sudores,

retumbantes las venas desde las uñas rotas,

constelan los espacios de andamios y clamores,

relámpagos y gotas.

 

Nuestras manos son el principal órgano para la manipulación física del entorno. La punta de los dedos contiene algunas de las zonas con más terminaciones nerviosas del cuerpo humano; son la principal fuente de información táctil sobre el hábitat, por eso el sentido del tacto se asocia inmediatamente con las manos. Como en los otros órganos pares (ojos, oídos, piernas), cada mano, está controlada por el hemisferio del lado contrario del cuerpo.

 

En el cuerpo humano donde cada miembro tiene su función, es la mano la que posee sus características anatómicas, la estructura de la piel ofrece un conjunto de bases papilares. Todos conocemos el valor singular y especifico que tienen las huellas dactilares, dado que por sí mismas permiten identificar a un individuo, desde el nacimiento hasta su muerte, y son prácticamente imborrables.

 

Conducen herrerías, azadas y telares,

muerden metales, montes, raptan hachas, encinas,

y construyen, si quieren, hasta en los mismos mares

fábricas, pueblos, minas.

 

Ante la pandemia del Covid 19 nuestras manos han permanecido prácticamente atadas. Impedidas para el trabajo productivo y la creatividad, sin ejercitar la función habitual a la que están destinadas como extender las palmas de las manos para una caricia amorosa y tierna; a fortalecer la amistad con un apretón de manos; a palmear la espalda del colega; a estrechar la mano para saludar a la amiga o al compañero; tampoco los deudos de los familiares que fallecieron a casusa de este virus maligno tuvieron la oportunidad de tender las manos y juntar las palmas con las de sus seres queridos en el trance de la muerte.

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