La Revolución mexicana, el gran terremoto socio-político y bélico iniciado en el México de 1910, aún no ha sido agotada ni histórica ni literariamente. ¿Y los autores prominentes de la narrativa de la Revolución? Lo que está escrito no se ha olvidado. Hoy me centro en el escritor revolucionario chihuahuense, Martín Luis Guzmán, de cuya muerte se cumplieron el pasado 22 de diciembre ya 40 años, pero no se le han rendido homenajes que se le suelen brindar a un escritor con tanta producción literaria como la que tiene Martín Luis Guzmán, y además con tanta importancia histórica para su patria. Un rápido vistazo a la red nos ofrece solamente un artículo dedicado a Guzmán en esta ocasión. ¿Qué hizo el escritor para que ni siquiera tantas obras le han ganado algún evento o escrito más sustancial? Y, ¿es esto la prueba suficiente de que ha sido olvidado?
En mi última investigación me dediqué exclusivamente a la búsqueda de huellas que ha dejado Martín Luis Guzmán con su obra hasta el día de hoy, tomando de muestra uno de sus textos cortos más prominentes, “La fiesta de las balas”. Dicho texto ha dejado su gran impronta tanto por su contenido estremecedor como por su calidad de relato corto. Se trata de un capítulo de la obra El águila y la serpiente (1928) que describe la desmedida violencia revolucionaria, a veces gratuita, y cuyo protagonista es el general Rodolfo Fierro bajo el mando del general Pancho Villa. Narra la historia de la matanza de trescientos prisioneros orozquistas que encuentran su muerte como fieras cazadas por un francotirador delirante, quien acaba matándolos a casi todos por su propia mano. El seguimiento de la propagación de este capítulo es posible porque no se dio a conocer solo como una parte de la obra entera, sino fue sacada de su entorno muy pronto, y no solo en español sino también en inglés, y publicada como un ejemplo de texto autónomo en antologías de cuentos u otras colecciones de relatos cortos. Sin embargo, en este caso no nos interesa solo la vida que ha tenido el texto en las colecciones. Para comprobar o derribar la afirmación de que Martín Luis Guzmán ha sido olvidado o hasta ninguneado en el ámbito cultural mexicano necesito apoyarme en indicadores más variados, pero siempre siguiendo el camino de “La fiesta de las balas”.
Las indagaciones sobre la vida del chihuahuense Guzmán ciertamente me han confirmado que su vida estuvo llena de sucesos variopintos, hasta controvertidos. Su existencia se basó en tres grandes pilares: la literatura, el periodismo y la política. Tal vez esta última ocupación suya en el último trecho de su vida tuvo demasiado peso y no le dejó ver claras las cosas, ya que en el incidente de Tlatelolco en 1968 se puso incondicionalmente de lado del presidente Díaz Ordaz y defendió su postura en cuanto a la matanza, con lo que generó ostracismo alrededor de su figura. Como bien lo define Tanya Glee Huntington[1], de repente todos se olvidaron de Guzmán escritor y resintieron el comportamiento de Guzmán humano. Se creó una especie de silencio en cuanto a su labor literario, político, etc., y se le quitaron los méritos de un gran contribuidor a la vida cultural mexicana –no solo por su obra sino también por su esfuerzo dentro de la comisión de libros de texto gratuitos, por su lucha para mayor prominencia de la Academia mexicana de la Lengua, para mencionar algunos–. Se escribieron pestes de él[2], se quedó fuera del Panteón de mexicanos ilustres, fue visto simplemente como un acomodado priista… Fundamentos para estas acusaciones existen, pero también apologías, y válidas. Huntington, apuntando a ciertos eventos poco afortunados de la vida de Guzmán y su eterna fuga, explica que quizás hacia el final de su vida Martín Luis ya simplemente no quería seguir huyendo con su familia y quemando las naves debido a su comportamiento político arriesgado, y sencillamente quiso disfrutar finalmente de una vida tranquila, lo que se le hizo posible siendo aliado del partido gobernante.
Sin embargo, ¿se reflejó este desliz en el abandono en que parece estar la figura de Martín Luis Guzmán? Volviendo a nuestro capítulo representativo y orientativo, “La fiesta de las balas”, podemos decir que sigue vigente tanto en la producción literaria como en la mera conciencia popular de los mexicanos. El texto como tal es todavía uno de los más estudiados y destacados, si de los textos literarios de la Revolución mexicana se trata, lo que queda patente con la cantidad nada desdeñable de proyectos escolares audiovisuales que se pueden encontrar en el portal de Youtube (¡y los que faltan!) y dramatizan, analizan o recrean a su modo la historia cruenta. La búsqueda de estas huellas virtuales de texto, es cierto que altamente fortuita, dio frutos bastante variopintos. El texto aparece como autónomo en las obras recopilatorias de autores reconocidos como Seymour Menton, Xorge del Campo, Luis Leal, etc. Aparece tanto en las antologías de cuentos mexicanos como en las antologías específicamente dedicadas a la narrativa de la Revolución mexicana, ese subgénero tan extenso y particular que nació a raíz del enfrentamiento histórico. Aparece hasta en las antologías muy recientes, de 2015, y los críticos coinciden de que sigue sorprendiendo con la misma fuerza de expresión. Y lo que más me impactó al estar investigando fue el descubrimiento de las formas más inesperadas en las que se puede encontrar proyectado el texto de Guzmán.
Después de recorrer bastantes estudios críticos del capítulo, que, por cierto, apuntan hacia aspectos interesantísimos de la narración –su posible lectura freudiana o la maestra (no) participación del paisaje y del tiempo en el desarrollo de la historia– presté especial atención a las apariciones menos habituales del texto o de sus referencias más o menos directas. Para dar unos ejemplos: el capítulo viene referenciado en la novela El gringo viejo (1985) de Carlos Fuentes o en la biografía novelesca Pancho Villa (1971) de Mariano Tudela. Interesantemente, el suceso narrado de la matanza se usó en varias ocasiones como verídico para complementar la biografía de Rodolfo Fierro, pero hasta la fecha no ha habido pruebas de que verdaderamente ocurrió así, de ahí que podemos considerar esas suposiciones erróneas. Otra referencia clara de la matanza perpetrada por Fierro está en la película Villa cabalga (Villa Rides, 1968). Para caracterizar al personaje de Rodolfo Fierro, salvaje revolucionario, los estadounidenses se sirvieron justo de la escena sangrienta, aunque aquí el único que se salva de la matanza es, como no podía ser menos, un piloto estadounidense, el héroe de la película.
Pero volvamos al medio virtual. En internet podemos hallar muchísimos blogs, dedicados a la difusión de la literatura, y Guzmán con su relato aparece en varios, en versión comentada o sin comentario. Luego, el título emblemático del capítulo guzmaniano ha sido usado en artículos periodísticos, se han hecho con él juegos de palabras y ha dado lugar a títulos homónimos. Así se tituló una exposición de escultura de un artista argentino quien quería concienciar sobre la problemática de la violencia, y quien incluyó en su obra referencias clarísimas al contenido del relato. La idea de la importancia y relevancia de este texto también la captamos al ver que los autores de la exposición del 2015 sobre el universo guzmaniano escogieron como título de ella “La otra fiesta de las balas”. La grabación de dicho capítulo se encuentra en todas las colecciones de audiolibros en las que están los textos literarios de Guzmán, y suele estar destacado. Y para terminar cabe mencionar un fórum nada literario, sino dedicado a las armas. ¿Cómo vino a parar Guzmán con su “La fiesta de las balas” en él? Abrieron en 2007 un debate sobre la veracidad de lo relatado, si las pistolas podrían aguantar la cantidad de disparos en el lapso del tiempo del que habla Guzmán, etc.
A modo de conclusión puedo imaginar que la recopilación de todas las huellas de “La fiesta de las balas” puede parecer caótica a primera vista, aunque falten aún más referencias halladas. Sin embargo, ya desde lejos nos da un claro mensaje: los escritos de Guzmán permean muchos ámbitos. Aparte de todo lo mencionado, no nos olvidemos del libro citado de Tanya G. Huntington quien viene rescatando facetas más o menos olvidadas de Martín Luis Guzmán, o el gran homenaje que significa para cada autor si lo incluyen en la canónica Colección Archivos, lo que pasó con Guzmán en 2002. Martín Luis Guzmán sigue presente y vive en sus obras y los ecos de ellas también 40 años después de su muerte, ya sea por ser un autor del canon o porque, en el caso de “La fiesta de las balas”, los mexicanos siguen buscando héroes nacionales en el pasado revolucionario por falta de héroes actuales en el tumultuoso presente del país. Sin tener del todo claras las razones de todas formas puedo afirmar que Martín Luis Guzmán no ha sido desterrado al olvido, y quizás ocurrió un sencillo desliz al pasar por lo alto el aniversario de su muerte porque por la cantidad de muchas otras efemérides literarias este parecía demasiado ínfimo, aunque el prócer literario no lo merecía.
Edita Fidler
[1] Glee Huntington, Tanya. Martín Luis Guzmán. Entre el águila y la serpiente. Tusquets, 2015.
[2] Ver La querella de Martín Luis Guzmán de Fernando Curiel, por ejemplo.