- Su arte bicentenario perpetúa, está en pie y es funcional en el Siglo XXI
- Palacio de Minería, Museo de San Carlos, El “Caballito”, retablo de Santo Domingo
- Recordar al personaje y sus obras a 205 años de su aniversario luctuoso
Por Ricardo FLORESMIRANDA
Durante los 25 años en que desarrolla ampliamente su talento arquitectónico y su creatividad escultórica en la Nueva España (ciudad de México) de 1791 a 1816, Don Manuel Tolsá y Sarrión dejó un legado sublime digno de contemplar en la actualidad, y que a más de dos siglos de haber construido palacios, monumentos, esculturas por este artista español, promotor del cambio de la estructuración y mentalidad colonial del virreinato a la del México independiente.
Su obra perpetúa, está en pie y es funcional en el Siglo XXI y un ejemplo es el Palacio de Minería (recinto académico de la Universidad Nacional Autónoma de México), el Palacio de Buenavista (Museo de San Carlos), el Palacio del marqués del Apartado, las figuras de la catedral metropolitana, a cuya inspiración consagró su última etapa de construcción.
Asimismo, tenemos el retablo de iglesia de La Profesa, el retablo principal de Santo Domingo, la cúpula de la iglesia de Loreto, el Busto de Hernán Cortés en el Hospital de Jesús; Cristos de bronce que se encuentran en la Catedral de Morelia, planos del Hospicio Cabañas, en la ciudad de Guadalajara y el altar principal de la catedral de Puebla. Además, de la estatua ecuestre de Carlos IV “El Caballito”, entre sus principales obras que dan fe del arquitecto nacido en Enguera, provincia de Valencia España.
Para recordar al célebre creador de tan importantes obras bicentenarias a 205 años de su fallecimiento (24 diciembre 1826), es de interés rememorar quién fue Manuel Tolsá y Sarrión, cómo llegó a nuestro país y qué importancia tiene su arte arquitectónico en el Tercer Milenio.
Uno de sus biógrafos, el arquitecto Salvador Pinoncelly en su libro “Manuel Tolsá, Artífice de México”, nos refiere que la obra de Tolsá, se constituye a fines del siglo XVIII y principios del XIX. En ese período, la Nueva España era una ciudad de aproximadamente 160 mil habitantes, enclavada en una pequeña extensión, por lo cual las diversas obras públicas del afamado arquitecto valenciano, tanto arquitectónicas como escultóricas, debieron destacar notablemente en la inmensidad del Valle de México.
Al llegar a tierras del “nuevo continente” en 1791, Don Manuel sustentaba ya el nombramiento de director de escultura de la Academia de Bellas Artes de San Carlos Borroneo de Nueva España, otorgado por Carlos III, rey de España, donde tenía como misión impartir de manera novedosa la escultura, pintura y grabado, a los novohispanos de la ciudad de México.
Con 34 años de edad, los títulos académicos meritorios que lo hacen un artista consumado, sus dotes extraordinarias como dibujante; además, de escultor conocedor de técnicas y procedimientos del barroco europeo, así como del padrinazgo, apoyo económico y bendición del monarca Carlos III, llega el joven arquitecto a la Nueva España donde logra realizarse como el virtuoso de la arquitectura “moderna”.
Su biógrafo Salvador Pinoncelly nos relata que es en la Nueva España donde habrá de contraer matrimonio, tener familia, ejercer la arquitectura; fue escultor, maestro académico, dorador; “hará obras notables de ingeniería (fundición del “Caballito” y maquinaria para su traslado y levitación) y también habrá de morir” después de 25 años de trabajo y experiencia en su nueva patria, exactamente a los 59 años de edad, el 24 de diciembre de 1816.
Manuel Tolsá, un personaje genial de fines del Siglo XVIII y principios del Siglo XIX, época en que el arte neoclásico suplantó al barroco colonial, dejó su rastro, su sello, en lo que hoy conocemos como centro histórico de la ciudad de México.