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Con Canana y Mauser, el cine participó en la revolución mexicana de 1910

 

Los camarógrafos fueron al campo de batalla para documentar cada acción

  • Toscano, Abitia y los Alba filmaron la realidad y brutalidad de la Revolución
  • Se consignan más de 619 filmes sobre el conflicto armado

 Por Ricardo FLORESMIRANDA

jesusabitiaLos camarógrafos cinematógrafos Salvador Toscano, Jesús H. Abitia y los hermanos Alba: Salvador, Guillermo, Eduardo y Carlos, tomaron sus enormes cámaras, se la echaron a la espalda; el tripie al hombro y a dos manos cargaron con las cajas herméticas donde transportaban cientos de pies de película virgen y se lanzaron a los campos de batalla para documentar fílmicamente cada una de las acciones del conflicto armado de 1910.

Los valientes camarógrafos, al igual que los revolucionarios armados “hasta los dientes” con cartucheras, máuseres y sus carabinas 30-30, sin medir consecuencias y a costa de sus propias vidas, se vieron envueltos en los combates; captaron imágenes reales de los enfrentamientos entre los rebeldes y las fuerzas del gobierno; obtuvieron aspectos inéditos de cada batalla, fotografiaron campos sembrados de cadáveres, así como plasmaron en sus películas la crudeza de la conflagración , la miseria de los pueblos, el hambre en los niños, mujeres y ancianos y el dolor de los heridos.

Con sus aparatosas cámaras, Toscano, Abitia y los Alba no dejaron de filmar la realidad, la inclemencia y la brutalidad de la Revolución Mexicana; durante los años 1910 y 1917, miles de pies de película documentan el conflicto armado que en su momento conoció la sociedad mexicana, ya que les eran exhibidas semana a semana en las escasas salas de cine con la que se contaba en la ciudad de México, entre ellas el Salón Rojo de las calles de Plateros (hoy Madero).

hemanosalbaEl público espectador vivía aterrorizado con las imágenes testimoniales que veía. Lloraban, se lamentaban al distinguir a los revolucionarios heridos de muerte, faltos de algún miembro, o muertos en las trincheras de batalla.

Pero también, esa misma público ávido por conocer a detalle los sucesos bélicos del conflicto armado, eufóricamente lanzaban gritos de vivas a los generales Francisco Villa y Emiliano Zapata, aplaudían sin cesar la presencia de Francisco I. Madero y de otros caudillos revolucionarios.

Al igual, el público asistente a las salas de cine, constituido en su mayoría por gente del pueblo, mentaba madres y maldiciones al aparecer la soldadesca (“los pelones”) y los mandos del ejército federal; arrojan todo tipo de objetos a la pantalla y se armaban verdaderas grescas entre los simpatizantes de los revolucionarios y de aquellos afines al gobierno.

En diversos casos, las huestes revolucionarias tenían su propio camarógrafo. Por ejemplo, los hermanos Alva estaban con Francisco I. Madero; Jesús H. Abitia acompañó a la División del Norte y filmaba los acontecimientos bélicos de las tropas de Álvaro Obregón y Venustiano Carranza.

El general Francisco Villa, quizá más “listo” de manera estrategia tenía camarógrafos norteamericanos que le pagaban por filmarlo, e incluso llegó a «coreografiar» la batalla de Celaya de acuerdo con sus propios intereses económicos y políticos.

Al pueblo le interesaba conocer los filmes obtenidos en los mismos campos de batalla por su valor realista y noticioso. Era una forma de estar al tanto de la Revolución, confirmar y dar sentido a la cantidad de informaciones imprecisas y, contradictorias, producto de un conflicto armado complejo. Los documentales fílmicos de la revolución pueden considerarse como antecedentes de los actuales noticiarios de televisión.

fotoblognov2309La Revolución Mexicana contribuyó enormemente al desarrollo del cine en nuestro país. Se consignan más de 619 títulos sobre el conflicto armado desde que se originó en 1910 hasta nuestros días, de los cuales unos134 son documentales nacionales y 186 extranjeros; así que 156 filmes son de ficción y 143 son extranjeros.

Aparte de las distintas prácticas cinematográficas manifestadas a lo largo de una centuria, la Revolución fue para el cine mexicano un evento fotogénico original. La estética inducida por este conflicto armado estampó su huella en el desarrollo en la cinematografía nacional. Razón de ello son las películas de la llamada época de oro del cine mexicano que tanto le corresponden a la Revolución en su posición estética.

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